Más de quince años han pasado desde mi visita a este país. Las fotografías que tomé entonces quedaron olvidadas en un disco duro por falta de tiempo. Y ahora ha llegado el momento de retomarlas.
Muchas cosas han cambiado en el país durante el tiempo transcurrido desde mi visita en 2009, entre ellas el golpe de estado de septiembre de 2022 que ha llevado al poder a una junta militar presidida por Ibrahim Traoré. Cambios que no han mejorado la vida de sus gentes, desgraciadamente.
Según un informe de la UE, Burkina Faso ocupa ahora el primer puesto en el Índice Mundial de Terrorismo, donde se registra casi una cuarta parte de todas las muertes por terrorismo en el mundo. La violencia armada en el país se dirige cada vez más contra los civiles y ha provocado desplazamientos masivos de población. Unos dos millones de personas han abandonado sus hogares huyendo de la violencia yihadista.
Además, el país sufre una crisis alimentaria sin precedentes y un deterioro significativo del acceso al agua y a los servicios sociales esenciales (salud, educación).
El acceso a las poblaciones que necesitan asistencia humanitaria es difícil, especialmente en las zonas no controladas por el Estado que se estima que representan actualmente un tercio del territorio. Los grupos yihadistas han aplicado un bloqueo en las carreteras que prohíbe la llegada de camiones con comida, así como medicamentos o gasolina. Según el NRC (Consejo Noruego para los Refugiados) al menos 500.000 personas han quedado atrapadas y privadas de cualquier ayuda humanitaria.
En las fotografías una mujer nos observa desde la puerta de su casa en un poblado del sur de Burkina Faso.
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