Normalmente
se asocia África con paisajes de sabana donde aún viven muchos
animales en libertad y con tribus que danzan al son del tam-tam, sin
embargo, como no podía ser de otra forma en todo un continente, hay
una gran variedad de paisajes y de gentes incluso en el mismo país.
Etiopía es un buen ejemplo de ello, desde los secos territorios del
sur, el valle del Omo, con sus diferentes etnias animistas, al este
musulmán y al norte montañoso y verde de gentes cristianas
ortodoxas.
Lalibela
es una ciudad de ese norte montañoso donde las gentes son ortodoxas,
y recalco esto porque son muy practicantes. Lo más importante de
Lalibela son sus templos excavados en la montaña, son impresionantes
y más impresiona aún el contemplar el espectáculo de la gente
rezando al amanecer en torno a ellos.
Desde
Lalibela y a pocos kilómetros de fuerte ascenso se llega a pequeños
poblados y a un monasterio perdido en la montaña. En un día de
mercado la gente baja y sube con su pesada carga por el sendero.
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